España es un país acostumbrado a denostar a cualquier persona que se encuentra por encima de la media
Ante la situación actual de inflación generalizada que sufre Europa, aludida al conflicto bélico en Ucrania, la población ha notado que los precios en el supermercado han subido. Hasta aquí lo obvio. El segundo movimiento viene por la búsqueda de soluciones, que en la mayoría de los casos pasa por el cambio de hábitos hacia productos más baratos. Este segundo movimiento lleva a un tercero en el cual se critica abiertamente a la cadena de suministros por incongruencias en el relato de la subida de precios. Por último, se busca a los responsables de las cadenas de suministros por sacar ventaja de una situación en la que la población está sufriendo la inflación.
Hasta aquí la introducción que se ha dado en esta ocasión, pero que en España se repite una y otra vez cuando existe algún tipo de crisis, que parece que la última como país se acerca a los 20 años. En el último caso desde el gabinete del Gobierno de España, se han lanzado críticas al empresariado: al empresariado que genera valor, genera riqueza y paga los sueldos a los que les critican. Este asunto sería algo parecido a Televisión Española criticando al Gobierno que les financia.
Esta crítica se vierte por boca de la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra. La máxima autoridad de este ministerio, creado en la última legislatura, tiene licenciatura y máster en psicología; contando con una experiencia profesional ligada siempre al erario público. Es decir, la actual ministra de 35 años no ha trabajado en su vida para la empresa privada, sin embargo, su sueldo actual de ministra es de 80.000€ brutos mientras que en su etapa anterior como Secretaria de Estado cobró 118.248€ brutos.
La importancia de la empresa privada, ya no de ser empresarios, es el nivel de exigencia superior que se exige comparado con la función pública. Adicionalmente, tu puesto de trabajo está alineado con la salud financiera de tu empleador. La alineación es capital pues, ¿qué importancia le van a dar al dinero o al sacrificio, políticos a los que se le han dado todo hecho? El político que critica al empresario no disfrutará de ningún beneficio si hace lo correcto, ni tampoco de ningún tipo de castigo si causa algún tipo de mal al Estado. Es por ello por lo que no hay que extrañarse de la deriva actual del país ante la falta de incentivos de sus gestores. El empresario si la caga, el patrimonio de su empresa o personal va detrás; pero si triunfa es un facha capitalista que se enriquece a consta del pueblo.
En este caso, las críticas de la ministra de Igualdad y Agenda 2030 se vertieron contra Juan Roig, dueño de Mercadona. El partico al que pertenece la ministra tiene un historial de ataques contra empresarios, entre otros, Amancio Ortega. En Podemos no hay constancia de empresarios en los que la facturación de sus empresas no provenga mayoritariamente de un ente público o adscrito al erario. Es importante del matiz relativo a la procedencia de la facturación, puesto que sin éste matiz el fundador del partido Juan Carlos Monedero, podría ser incluso un empresario.
El empresario es aquel que genera riqueza, y el efecto multiplicador de la riqueza hace que la sociedad avance. Pongámoslo de otra forma para que los amigos de la industria pública puedan abrazar esta idea: si se incentiva la actividad empresarial, el propio intercambio de productos hará que se generen más impuestos y estos impuestos se podrán dotar eficientemente a otros menesteres. Cuando se piensa en incentivos se asocia a una paguita, una subvención a la industria o algún tipo de bonificación; si bien lo más eficiente y sencillo es I) la eliminación de trabas burocráticas y II) las bajadas de impuestos. Estas ideas generan que hayan funciones públicas que se deban amortizar, canalizando ese gasto a un mejor aprovechamiento y por otra parte unos mayores incentivos a la creación de riqueza.
Para los amantes de lo público, esta idea también sirve. En vez de promierdar en rentas hacia abajo, con la creación de riqueza se promedia al alza en las rentas y en el bienestar. Obviamente, existirán personas que ganen más dinero; pues debe de haber incentivos para la asunción de riesgos; si no, lo fácil es quedarse en el sofá a cambio de una paguita.
Históricamente se ha demostrado que la ausencia de incentivos provoca el declive de países, imperios o civilizaciones. No solamente en la URSS con el comunismo, también el Imperio Romano se durmió en los laureles puesto que la corrupción interna del imperio sangraba a impuestos a todas sus provincias. Con una mayor eficiencia e incentivos, la historia hubiera sido diferente.
Para finalizar, la idea general es que lo bonito de la vida son los contrastes. Hay que tener hambre para disfrutar de la comida, hay que tener sed para disfrutar de la bebida, hay que haber trabajado para disfrutar del descanso y sin duda hay que sacrificarse para la generación de riqueza (ya sea a nivel personal, de empresa o de Estado). Por ello, animo a todos los que critican a los empresarios a que se animen a rellenar un modelo trimestral de IVA o de IRPF, que cuando su empresa avance y cambie de categoría para la administración tenga que rendirle cuentas en mayor detalle; o a compartir la ilusión fundar una idea y la decepción de tener que liquidarla. Solo así se comprende que la diferencia principal de un empresario es la asunción de riesgos y que a cambio busca una recompensa.
Por Víctor Muñoz