Pocos son los afortunados que aún mereciéndolo acaban obteniendo su reconocimiento. Creo que este es uno de esos casos, y siendo yo uno de sus hijos no puedo sentir más que orgullo y agradecimiento.
El pasado sábado, en un acto entrañable, se oficializó el ponerle su nombre al complejo cultural Santo Domingo de Betanzos… la justicia se puede presentar de muchas formas, y esta no fue cosa menor.
Fue alcalde sin ser político, como fue comerciante sin ser vendedor. Todo alma, inquieto hasta la terquedad y un potente espíritu empresarial. Así fue Vicente de la Fuente.
En su hermano Santiago tuvo a un visionario adelantado a su tiempo que aceptó el reto de hacer tándem con él y otros muchos colaboradores.
Los tiempos eran propicios para crear después de 40 años oscuros. Tanto aquella primera Corporación municipal democrática como otros muchos fertilizaron una época de renacimiento y de crecimiento de todo tipo.
La recuperación de la memoria de los Hermanos García Naveira … dotar a la paupérrima administración municipal de entonces de recursos económicos y humanos … la consecución de los terrenos y financiación para la construcción del polideportivo municipal cuando solo grandes ciudades disponían ya de alguno… la puesta en marcha de la primera operación piloto de rehabilitación de un casco histórico en Galicia…
Aunque fue la recuperación y consolidación del archivo histórico junto con la creación de la plaza de archivero-bibliotecario, así como y la inauguración del museo comarcal un hecho diferencial de su mandato respecto a municipios históricos similares.
Bien acompañado de muchos buenos colaboradores y creadores pudo estructurar el futuro y vendió poco, consecuentemente no le tocó aprovechar los frutos, pero si que estaba orgulloso de lo que dejó.
Los que hemos vivido nuestra adolescencia a su lado, en medio de todo ese trajín, vimos un trabajo descomunal que desbordaba ilusión y un profundo deseo de multiplicar lo que era entonces Betanzos.
Ese deseo lo llevó dentro siempre y no dejó de investigar, colaborar y dar opinión hasta sus últimos días.
A él le gustaría que lo considerásemos “gente de bien” … por muy viejuno y denostado que esté estos días el término.
¡Hoy ya es un poco más inmortal!
Por Javier de la Fuente Lago