Ascega Hoy

Salud, dinero y amor

Acabaron los noticieros el 2022 anunciando con alborozo la reducción del IVA en los precios de los alimentos básicos. A pesar de apenas unos pocos céntimos serían los que nos ahorraríamos a partir del 1 de enero en la barra de pan, la docena de huevos o el litro de leche. Pero bueno, algo es algo y todo ayuda.

Pero, ¿qué ha ocurrido el 1 de enero? Pues que esa bajada del IVA en esos productos básicos se ha convertido en algo absolutamente insignificante frente a las subidas en los peajes, la eliminación de la bonificación de 20 céntimos en los combustibles o el incremento de las cotizaciones a la Seguridad Social por parte de los autónomos, por citar tres ejemplos que, de uno u otro modo, y en mayor o menos medida, nos afectan también a todos.

Y así resulta que la de los alimentos básicos no solo resulta que va a ser una bajada intrascendente que apenas va a tener repercusión en los bolsillos, sino que estoy seguro de que va a ser una bajada inexistente. No puede ser de otro modo. No me cabe ninguna de que esos alimentos en apenas unas semanas costarán lo mismo que costaban antes de que se les redujera el IVA. La razón es bien sencilla y, hasta cierto punto, entendible. Los fabricantes y los distribuidores (tantos de los productos finales como de las materias primas) se verán obligados a repercutir en los precios esas mercancías lo que este año les cuesta de más fabricarlos o transportarlos.

Es la ley del mercado. A mayores costes  producción le sucede de inmediato un mayor precio final, ya que esos incrementos van vinculados a la actividad económica y a la cuenta de resultados de la empresa.

Así que el resumen es, una vez más: año nuevo, subidas de siempre. Y más ante un 2023 que se nos presenta repleto de incertidumbres. En lo político, en lo social, en lo económico y parece que hasta de nuevo en lo sanitario.

Me gustaría trasladar en mi primer artículo del año un mensaje de esperanza y optimismo. Me gustaría poder decir que confío en que a finales de 2023 España sea un país más competitivo y que los españoles hayamos podido mejorar nuestras condiciones y nuestra calidad de vida. Pero la tozuda realidad me lo pone cada vez más difícil. Son muchos más los indicadores que auguran que vamos a tener que apretarnos las tuercas que aquellos que aventuran días propicios.

En cualquier caso, y a pesar de que la letanía de cada inicio de año siga siendo tener que pagar más y entender menos, vayan mis deseos de felicidad por delante. Y como atinadamente decía el bolero: “tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor. Y el que tenga estas tres cosas, que le dé gracias a Dios”.

Por José Luís Vilanova

 

 

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