Ascega Hoy

Invertir en seguridad

Mi primera intención para el artículo de hoy era escribir mi propio discurso de Navidad centrado en la necesidad de respetar la separación de poderes, a la vista de que el del rey Felipe VI, a pesar de que el de este año tenía más algo más de enjundia, una vez más se me quedó escaso de contenidos de profundidad. Pero tras el trágico accidente de autobús en Cerdedo-Cotobade he considerado más oportuno exponer una serie de reflexiones en torno a algo que me parece más importante: la seguridad en nuestras carreteras.

Según las primeras hipótesis, el accidente fue provocado por las malas condiciones meteorológicas que había en la tarde-noche del día 24. Pues bien, ante situaciones adversas como las que vivimos en Nochebuena, hay medidas que se puede tomar o que deberían ya haber sido tomadas con mucha anterioridad. Evidentemente no se podrá evitar nunca al 100% que se produzca un siniestro así, pero sí que se puede reducir sensiblemente la probabilidad de que ocurra. Lo cual ya es muy importante.

Por ejemplo, para evitar el peligro que las reiteradas e intensas nieblas provocaban en la autovía A-8, entre Mondoñedo y Abadín, se invirtió en un avanzado sistema de balizamiento luminoso. O para minimizar riesgos en los aeropuertos ante situaciones meteorológicas adversas se invirtió en instalar sistemas ILS. Son dos casos de cómo ante una situación de hipotético peligro causada por el mal tiempo –algo muy frecuente en Galicia- se responde con efectividad.

Según un estudio de la Fundación Mutua Madrileña y la Universidad de Murcia, Galicia es la comunidad autónoma de España con mayor número de víctimas mortales en accidentes de tráfico. Ni más ni menos que 6,4 fallecidos por cada 100.000 habitantes se cobran nuestras carreteras cada año, cuando la media del territorio español es de 4,2.

Si unimos estos dos factores, nuestra elevadísima tasa de mortalidad en siniestros de tráfico y las adversas condiciones meteorológicas que padecemos en muchos momentos del año, pues blanco y en botella. De ahí que mi crítica, desde el dolor que siento hoy, vaya destinada a los dirigentes políticos que sabiendo que estos dos factores confluyen en nuestro territorio no prioricen medidas que puedan evitar tragedias como la que hemos vivido estos días.

Espero que Europa nos eche una mano y la Comisión Europea se ratifique en la ilegalidad de la prórroga de la concesión de la AP-9. Como espero así mismo que el Gobierno de España se allane en la cuestión. Disponer de una autopista gratuita que vertebre nuestro territorio es una medida clave –aunque ni mucho menos la única- para reducir el número de víctimas mortales en nuestras carreteras. Las estadísticas reafirman que la mayor parte de siniestros con defunciones se producen en las vías secundarias. Y en ese sentido, no está de más recordar que Pontevedra sigue siendo la única capital de provincia de España que no tiene ninguna autovía que la conecte con parte alguna.

Se puede obrar mal tanto por acción como por omisión. Y en este caso, creo que sobre la conciencia de nuestros gobernantes debería pesar el no haber hecho todo lo posible por minimizar esta sangría que padecemos en las carreteras de Galicia. Los problemas y los riesgos están más que definidos. La soluciones –al menos parciales-, también están claras. No sigan permitiendo con su inacción que, como en este caso, nuestras Navidades se tiñan de luto.

Por José Luís Vilanova

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