Ascega Hoy

SUMAR. Historia de una señora de Sarria y otra de Ferrol

El viernes pasado, el mismo día en que Yolanda Díaz presentaba por segunda vez su nuevo proyecto de izquierdas, coincidí en el bus con una señora de Sarria unos veinte años mayor que la comunista ferrolana.

Como a mí me gusta el palique y ella se sentó a mi lado con ganas de hablar, pasamos el resto del viaje charlando sobre la juventud primero y de la historia de su familia después.

En poco más de quince minutos me resumió la historia de las cuatro últimas generaciones de su familia.

Una casa de labranza grande junto a un río y con molino, su padre y los siete hermanos que eran demasiados para la propiedad.

La pobreza de su infancia, la emigración de muchos de sus tíos, el trabajo duro desde niños (y niñas, que ahora hay que decirlo todo).

El ahorro,  cuando apenas había para comer, una pieza de ropa en invierno y otra en verano, aguantar la propiedad en vez de venderla, aguantar varias crisis, etc.

Lo que se hizo toda la vida para salir del hambre, unido a dar estudio a los mejores, mucho trabajo y algo de ahorro.

Carambas, pero si eso ya lo sabemos Carlos, no es nada nuevo. Ya, claro…

A la noche, lo reconozco, estaba deseando ver algo de la presentación en Madrid del nuevo fenómeno marketiniano de la izquierda.

Tras la fatal primera parte con la presunta delincuente Oltra, yo sí te creo, llegaba la segunda “primera presentación”.

También la realizó rodeada de mujeres esta vez anónimas, dos “aliades”, público escaso pero entregado y una catarata de tópicos más grande que la del Niagara:
“Buscamos una economía social al servicio del ciudadano, no de los poderosos”.

«El derecho de todas (el 90% de las alocuciones eran en femenino y, claro, no era algo casual) a alcanzar todas nuestras propuestas”.

«Una educación y sanidad al servicio del pueblo”.

«La siquiatría para todas las mujeres”.

«Un trabajo para vivir y no vivir para el trabajo”.

«No gastar en armas y sí en bienestar”.

Bueno, cualquier cosa estupenda y deseable en un mundo ideal fue citada en la presentación, para finalmente dar entrada, al grito de ¡presidenta, presidenta!, a la nueva líder popular.

Pero vamos a ver, Carlos, ¿acaso no es posible acercarnos a una sociedad así?

Pues sí, sin duda, pero siguiendo las enseñanzas de la señora de Sarria, no siguiendo las enseñanzas de la señora de Ferrol.

España llegó en muchos momentos de su historia a ese primer mundo, mucho trabajo, esfuerzo a raudales y ahorro, no hay otra manera.

Jamás un país comunista o con políticas de izquierdas llegó a esas cuotas de bienestar, si acaso las rozaron con el esfuerzo de otras épocas, pero poco duraron.

¿Entonces el bienestar es un asunto de ideología? ¿Sólo los países que siguen políticas de derechas alcanzan esas cuotas de bienestar?

Pues tampoco, pero sólo con políticas liberales y economía de mercado se pueden alcanzar y consolidar.

Yolanda Díaz vende ideales, objetivos, “cosas chulísimas” que todos queremos, pero omite a propósito que sólo se pueden alcanzar siguiendo políticas muy distintas a las que ella propone.

Y en un acto de incoherencia, siendo vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo, con el Pacto Social sin firmar y con la peor situación de país y de los trabajadores dentro de la OCDE, nuestra ministra se va a meter una campaña de seis meses recorriendo el país y buscando votantes para no quedar con el culo al aire en la próxima legislatura.

¿Alguien le comprará el enésimo proyecto incoherente de la izquierda? No lo duden, ni por un instante.

Y cuando nos comamos los españolitos las consecuencias de sus estupideces durante las próximas décadas, tampoco lo duden, la culpa será de otros.

Ellos sólo querían lo mejor para el pueblo, nunca hambre y miseria.

Yo me quedo con lo aprendido por la señora de Sarria, señora ministra, con lo suyo haga un libro de poesías y no machaque más el estado de bienestar.

Por Carlos Sánchez González – Dans

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