Ascega Hoy

Se nos fue la Luz

Si. Ya sé que es una expresión incorrecta, y que lo propio es hablar de la interrupción del fluido eléctrico, siendo la luz el resultado.

Pero en la Galicia rural, donde los tendidos eléctricos están como están, todos nos entendemos cuando “se va la luz».

Algo que –de acuerdo a la Ley de Murphy- suele suceder siempre en momentos en los que no estamos preparados.

Lo mismo sucedió con el fallecimiento de Mari Luz López Leis.

Ya sabíamos que estaba muy enferma, pero el desenlace nos cogió desprevenidos.

Tampoco es que haya buenos momentos para un fallecimiento, pero- por lo menos en mi caso- fue imprevisto.

Me gustó acercarme al tanatorio.

Allí me reencontré con ex-compañeros lecheros, y me sorprendí a mi mismo diciendo aquello de “qué pequeña es A Coruña», al encontrar conocidos, incluso familiares, que no relacionaba con Luz o Cesar.

Gracias a mi mujer,  identifiqué las “tribus” alli presentes, destacando los compañeros de baile y –claro- los lecheros.

Me gustó saludar a Cesar y darle un abrazo.

Apenas unos días antes me lo había encontrado en “su territorio» (la plaza de Vigo), y claro, le pregunté por Luz.

Me contó que estaba con cuidados paliativos, y aproveché para mandarle un cariñoso beso.

Porque yo a Luz le tenía mucho cariño. Y hasta diría,  que creo que ella,  me lo tenía a mí.

Llegué a tiempo, porque Cesar pudo darle mi beso en el hospital y llevarle mi cariño.

Me gustó el funeral.

Un Sacerdote que explicó lo difícil que es tener esperanza en lo que no se conoce (eso es la Fe), pero que después de la muerte física, hay otra vida.

Yo no voy a presumir de mi Fe, pero tengo claro que a Luz la volveré a ver, no sé dónde ni sé cuando.

Mientras, una joven interpretaba música de violín -lo que me recordó el esfuerzo que Luz hizo en su boda por contar con música de violín.

Creo que a ella le hubiera gustado la despedida.

Al acabar la misa, mi mujer y yo decidimos ir a brindar por Luz.

En realidad fue un acto de rebeldía, porque fuimos a O´Bo, en la Plaza de Vigo.

Nos sentamos frente a la puerta principal, como esperando que Luz y Cesar aparecieran por la puerta. Sin aceptar el desenlace.

Llegados a este punto, poco más podíamos hacer.

Si acaso, explicar a sus hijos que,  cuando a alguien se le despide así, es porque era muy especial.

Luz,  siempre me preguntaba por mis hijos(casi puedo decir que los vio nacer), y presumía de los suyos, de los que estaba muy orgullosa.

También me parece que con Cesar hacía una pareja muy especial.

Cesar; el hueco de Luz es irremplazable, pero ayer se demostró que tienes muchos amigos a tu disposición.

Incluso algunos más de los presentes, que imagino se enterarán de la noticia al leer este texto.

También se notó la falta de su hermano Luis, que en realidad creo que estaba en espíritu entre la tribu lechera en el tanatorio.

Luz López Leis  se nos fue, pero no del todo, porque la tenemos muy presente.

Personalmente, me la imagino mañana por la mañana, en su puesto de trabajo a la salida de mi despacho.

Tengo que hacer un esfuerzo para interiorizar que Luz,  no estará físicamente, de la misma manera que esas,  ya no son mis oficinas.

Pero ella está ahí. Me sonríe, y yo a ella. Y seguimos.

Dedico este texto a Cesar y a sus hijos, para que en estos momentos complicados,  sean conscientes de la suerte que han tenido al contar a su lado,  con una mujer como Luz.

Y, por supuesto, un beso fuerte para Mari Luz López Leis.

D.E.P

Por Javier Rodríguez Losada 

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